En busca del concierto original

Johann Sebastian BACH
Concierto de Brandenburgo núm. 1 en Fa mayor, BWV 1046
Arcangelo CORELLI
Concerto grosso núm. 3 en Do menor, op. 6
Johann Sebastian BACH
Concierto para violín núm. 2 en Mi mayor, BWV 1042
(primera vez por la OCG)
Johann Sebastian BACH
Suite orquestal núm. 2 en La menor BWV 1067
  • Lina Tur Bonet
  • violín y directora
Bach fue siempre un siervo fiel y leal a la Iglesia protestante. Su música es una ofrenda sacra al Dios que le otorgó el don de la composición. Y pese a su gran cantidad de repertorio dedicado a la fe, siempre llama la atención cómo sus seis Conciertos de Brandenburgo consiguieron erigirse como claros ejemplos de conciertos alla italiana firmados por un alemán. Seguramente recordaba aquellas largas noches en las que, a la luz de una vela, transcribía conciertos de Vivaldi como si de un ejercicio de armonía se tratara. Aquella frescura de la melodía italiana, espontánea y sinuosa, quedó impresa en el subconsciente del genio de Eisenach que, usando el concierto como forma experimental, desarrolló sus inquietudes musicales en estas seis piezas para varios instrumentos. El primero de ellos es una rara avis dentro del conjunto, posee cuatro movimientos frente a los tres habituales, con un minué final que nos reitera la importancia de la danza dentro del repertorio instrumental.

De la misma época data su Concierto para violín núm. 2. Y aunque a simple vista da la sensación de imitar los parámetros típicos del concierto veneciano, Bach consigue aportar algo de su «propia cosecha» al dar al primer movimiento la forma de aria da capo —tan común en la ópera pero extraña dentro de un concierto—. Pese a la influencia italiana, no podemos obviar el impacto que la ópera de Lully tuvo en Bach. Claro ejemplo de ello es su Suite orquestal núm. 2, con siete movimientos de inspiración dancística que recorren los diferentes afectos que el cuerpo muestra en el salón de baile.

Corelli es uno de los grandes iconos del barroco que ha sobrevivido a la fama de Vivaldi o Bach. Es imposible entender la forma del concierto sin atender a su opus 6. El Concerto grosso op. 6, núm. 3 posee una estructura de seis movimientos típica de las sonatas da chiesa, pero con la alternancia entre solistas y tutti tan característica del concierto. ¿Quién le diría al joven Arcangelo que sus experimentos musicales iban a originar una forma musical aún vigente hasta nuestros días? Bach, Mozart, Beethoven, Schumann, Bruckner… Todos ellos favorecieron el desarrollo del concierto y, aunque sus resultados disten mucho del original, siguen poseyendo ese poder de conversación, esa lucha entre la orquesta y el solista, o ese diálogo reconciliador que los une a todos en un determinado momento.

Texto: Nacho Castellanos Foto: Michal Novak